Adalberto Álvarez, siempre en la raíz de tu pueblo
Aunque muchos pedimos para él lo mismo que para nosotros, salud, Adalberto Álvarez emprendió el largo viaje a la inmortalidad. El Caballero del Son, deja un gran vacío entre sus muchos seguidores en Cuba e internacionalmente.
No obstante, Adalberto Álvarez no hizo poco y ese valioso legado sirve de acicate para las muchas batallas que le faltan a la música cubana. Sus composiciones y sobre todo, la vehemencia con la que defendió el Son cubano son razones más que suficientes para continuar el camino que abrió.
Las escuelas de arte cubanas deberán beber también de la savia que Adalberto Álvarez dejó. Sobre todo en el espíritu de la defensa de lo autóctono, sin desconocer las influencias enriquecedoras foráneas, pero poniendo en su justo lugar lo nuestro.
Nos queda el compromiso con Adalberto Álvarez de hacer cada año, el 8 de mayo, una mejor edición del Día del Son. Pero la meta final es más alta y la dejó el propio músico expresada en sus redes “queda conseguir que sea nombrado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.”
Cuando casi cuatro generaciones de músicos y público se quedan huérfanos del maestro Adalberto, tendremos que aferrarnos a sus obras. Temas emblemáticos como “A Bayamo en coche”, “El son de la madrugada”, “A bailar el toca toca” seguirá siendo uno de los más versionados y el concierto homenaje Son para un sonero de los más vistos.
El Salón Rosado de La Tropical, baluarte desde el que Adalberto Álvarez y su orquesta defendieran el Son, queda también desolado. Sólo la alegría y el entusiasmo de los bailadores de casino podrán honrarlo, pues ese fue otro de sus grandes sueños: rescatar un baile en el que la música popular cubana reina.
