
Periodista y Jefa de Información de Cartelera, trata temas variados…
Teatro El Público de Carlos Díaz retornan una y otra vez sobre obras claśicas.
El Público pone sus obras a dialogar con símbolos de nuestra época.
Si tomamos obras escritas hace cuarenta o cincuenta años, les ponemos de fondo boleros, jazz y baladas, nos queda un teatro de lo más… ¿moderno?
Parece un contrasentido y sin embargo fue el comentario, la impresión, que dejó la Trilogía de Teatro Norteamericano en 1990 entre el público habanero.
En La Habana el público estaba habituado a un abordaje mucho más tradicional de las artes escénicas que ya hacía rato daba muestras de agotamiento.
Esas puestas, que en aquel momento no tuvieron sede, ni elenco fijos con el que conformar una compañía, terminaron por ser el núcleo fundacional de Teatro El Público en mayo de 1992.
Dicha tropa vuelve constantemente sobre los clásicos; pero rompiendo las barreras de la lógica temporal, el género, la raza, haciéndonos imaginar todo el tiempo “cómo hubiera sido si…”
Carlos Díaz y los actores que se han arriesgado junto con él a sobrepasar los prejuicios del desnudo o el homoerotismo han marcado tendencia a lo largo de estas tres décadas.
Aunque el director ha dicho expresamente que no es de su interés pautar el trabajo de otros colectivos, eso es lo que ha ocurrido de facto.
El formato abierto de incorporar otros actores, en especial a aquellos muy jóvenes o aún estudiantes, se ha vuelto una práctica extensiva entre otras compañías que también se han atrevido a ser más audaces en forma y contenido.
Desde la tradición lorquiana –de donde toman su nombre- hasta libretos de dramaturgas cubanas como Agnieska Hernández, de los clásicos griegos a los existencialistas franceses, el conjunto ha abarcado todas las épocas.
Asimismo, El Público ha abarcado las grandes escuelas teatrales a lo ancho del mundo, incluida la norteamericana.
Y aun cuando el vínculo con nuestra Isla se había debilitado, harían de nuevo lo mismo con el teatro ruso, cuando la política volvería a jugar su papel, pero con signo contrario.
Esperamos con ansias su largo tiempo anunciada representación de Orlando, de Virginia Woolf. ¿Será pura casualidad su elección en el año de este aniversario cerrado?
Orlando, nacido hombre, mutado en mujer y vuelto a mutar a lo largo de los siglos, pasando por múltiples culturas, idiomas y clases sociales en lo que parece ser un círculo vicioso, un eterno retorno.
Uno no sabe a veces para quién trabaja, y quizás Woolf -sin saberlo- escribió Orlando para que la montara El Público.
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Periodista y Jefa de Información de Cartelera, trata temas variados como turismo, patrimonio y grandes eventos culturales y comerciales que tengan lugar en la capital.