
Licenciada en Periodismo (2020) en la Facultad de Comunicación de…
La escritora cubana Elena Corujo recibió recientemente el premio Barco de Vapor Caribe, un certamen de literatura infanto-juvenil.
Sé que Elena Corujo pasa los 60, pero nunca se le escucha mencionar la edad, a menos que sea para aclarar que prefiere salir con sus amigos más jóvenes que con “los viejos”, porque le gusta hablar de sueños y planes, no de dolores y pastillas.
Se declara una mujer no-ordenada, pero eso sí: la cocina se le da bien, sobre todo si es domingo y se le antoja un pollo a la barbacoa.
Le conozco dos pasiones: los libros y Serrat. Una tercera me atrevería a asegurar: los nietos, un pequeño músico al que de seguro le ha cantado la canción del violín que es mariposa marrón de madera; y una niña traviesa con nombre de reina.
A Elena no se le acaba la infancia, y les teje fantasías y juega a que son de verdad.
Puede estar sentada conversando, fumando un cigarro, y de pronto saltar en el sillón y decir: “¡Nana de Cristal!” –como quien grita ¡Eureka!-.
“Déjame anotarlo antes de que se me olvide”. Y ante el rostro atónito de una interlocutora que no entendió la escena, replicar: “es el título de algo que estoy escribiendo, se me acaba de ocurrir”.
Entonces no queda más que sonreírle e intentar retomar el hilo de la conversación.
Aunque nació en Mayajigua, un pueblito de Sancti Spíritus, se mudó a Villa Clara cuando aún no debía tener memoria.
Quedó atrapada en su Isla de la Juventud desde los 29, y hace unos cuatro años dice que vive en una cueva en La Habana, casi sin conexión.
Ahora que tiene un teléfono nuevo con 4G debe ser un suplicio acumular tantas palabras en el tintero y que las rayitas de ETECSA no den para pinchar en el botón PUBLICAR en el feed de Facebook.
Con todo y eso, hace unos días le envíe una convocatoria a un concurso de literatura en España.
Me pareció escucharla cuando leí su respuesta: “muchacha, si mi vicio es buscar concursos”. Bien lo sé. Así publicó La tienda de Nadie, Premio Libresa, 2010, en Ecuador, editorial que también hizo suya a Silvia, la del mundo al revés, dos libros para público infanto-juvenil.
Su novela Los pargos azules resultó mención Casa de las Américas en 2012, pero fue llevado al papel por la editorial Norma, en Colombia, donde los alumnos de las escuelas secundarias estudian la obra de esta cubana.
Hasta México ha llegado su poesía y su narrativa para adultos conquistó la madre patria.
Lo que no alcanzaba yo a imaginar cuando le envié un nuevo reto literario, es que Elena esperaba el veredicto del prestigioso certamen Barco de Vapor Caribe 2022, en su tercera edición.

La Fundación SM, con 45 años de experiencia en el empeño de mejorar la calidad educativa de niños en España y nueve países de América Latina, decidió entregarle el premio a una cubana: Elena Beatriz Corujo Morales.
La Ventana de las palabras, declara el acta del jurado, “es un texto notable por la fuerza de su tono narrativo y el pulso con que se sostiene una historia levantada desde conflictos auténticamente re-creados en la voz de su narradora-protagonista y gracias al uso certero de técnicas narrativas”.
Elena Corujo es una mujer de todo o nada, sin medias tintas, con un verbo directo y claro que atrapa al lector desde la primera línea.
Escribe las verdades como las dice: sin rodeos, pero sin maldad. Cree firmemente que una crítica oportuna ayuda más que mil lisonjas.
Extraña los atardeceres de su terraza en la Isla, sobre todo en las tardes de lluvia, pero se complace en el rostro bello y las maneras de caballerito de su Diego, y ama la espontaneidad de su Isabella.
Es feliz, y no por este o aquel premio. Su felicidad es tan auténtica que, al terminar una conversación con ella, aunque sea por teléfono, ¡una queda con tantas ganas de vivir… y escribir!
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Licenciada en Periodismo (2020) en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Directora de la revista Cartelera. Acreedora del Premio Apunto y el Manolito Carbonell. Amante de la música y la poesía.