Recordando a Eusebio Leal en primera persona
Cuando aún no tenía conciencia de la ciudad y sus caminos, una tarde de paseos escuché por primera vez el nombre de Eusebio Leal. Mi tía estuvo allí, en la calle Tacón, entre los curiosos que vieron al joven delgado y de voz grave acostado en el suelo frente a los dientes del buldócer.
Trataba de salvar el patrimonio y en ese empeño fue protagonista de actos de consagración, sudor y delirante tenacidad. Su terquedad selló la devoción de mi tía, Anneris Sexto, quien después lo persiguió para escuchar las conferencias donde Eusebio Leal, liberaba a La Habana de la pesada capa de polvo y olvido para devolverle galas de esplendor y tradición.
Quizás por esas historias familiares, aquella tarde que finalmente lo conocí, en una esquina del Cementerio Colón, volví la espalda; pensé que alzaba su mano para saludar a algún ilustre personaje de los que allí estaban. Tan grande lo veía yo a él.
Nadie más andaba en ese ángulo bajo el laurel, solo Leal, que terminaba de encender el alma con sus palabras en el Panteón de los Mártires, y yo, joven recién graduada de Periodismo. Al notar mi sobrecogimiento, se acercó gentilmente y me preguntó si lo que había dicho me era suficiente para el reportaje.
Entrevistando al Historiador de La Habana
Apenas esbocé un ensayo de respuesta. Tuve que esperar varios años para desquitarme de la novatada. Una mañana de noviembre junto a otras colegas pude entrevistar largamente a Eusebio Leal. Su locuacidad, casi mítica, hace que cada minuto sea una joya de aprendizaje donde se teje con belleza la historia y la transformación de la realidad.
Hablamos de la Revolución, de Fidel, de la restauración, del futuro de la nación cubana. Y luego, por esas exigencias que tiene la televisión le pedimos que caminara por la terraza de la Lonja del Comercio para verlo en su ambiente más amado; la ciudad.
Fue entonces, que me invitó a caminar junto a él, era su condición, que yo lo acompañara y así asomados en el balcón, pude ver La Habana a través de sus ojos. Eusebio construía esperanzas en cada balcón, apuntaba a las casas por el nombre de sus vecinos. Allá – decía- esa es la casa de Rosa, ella va a construir un restaurante desde donde se puede admirar la bahía. Aquel edificio será restaurado…. y de esta manera, no había entrada para el desamparo y la destrucción en su manera de sentir La Habana.
Leal, alabado por muchos, innumerables distinciones y reconocimientos internacionales y nacionales
Muchos intelectuales han alabado a Eusebio Leal, innumerables son las distinciones y reconocimientos internacionales y nacionales que dan fe de sus empeños y los resultados alcanzados.
Su obra fundacional más grande fue acompañar la restauración con la formación de profesionales y técnicos capaces de sustentarla y continuarla.
La Habana, Ciudad Maravilla
Hoy La Habana es considerada Ciudad Maravilla, una de las joyas arquitectónicas y Patrimonio de la Humanidad. ¿Acaso, el joven que se tendió frente al buldócer para evitar que levantaran los adoquines coloniales, ya lo sabía?
Esa pregunta quedará en el tintero, aunque el Historiador de La Habana dijo todo lo trascendente. En este aniversario 502, La Habana recordará su incansable andar. Una estatua de José Villa Soberón se suma a las obras que unen al Historiador al paisaje capitalino.
Sin embargo, luego de aquel paseo por la terraza, entendí que Eusebio no era un hombre de fachadas, él entendía el edificio hasta en sus cimientos. Por eso, Cartelera prefiere evitar las citas y recordarlo en la intimidad de los recuerdos. Porque Eusebio no solo trabajó para construir esperanzas en la ciudad, sino que también puso sus empeños en edificar dentro del corazón de sus habitantes.
