Kcho en ningún lugar como en casa
“Los cubanos no somos balseros, somos marineros en espera de un viaje”, expresó una vez Kcho. Era la respuesta a los comentarios de que gran parte de su obra homenajeaba al balserismo.
Los botes siguen ahí, en la costa y en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), que exhibe hasta el próximo abril la retrospectiva de los 30 años de carrera del artista visual.
El mar es una constante en la vida de los cubanos, en especial en la de Kcho. Nació bajo el nombre de Alexis Leiva Machado en Nueva Gerona -en la isla dentro de la isla-. Para él un barco es cómo se conectaba su casa con su escuela de arte en La Habana, incluso su vivienda durante un tiempo.
Gigante Bocetos
La motivación de Kcho son las embarcaciones humildes e improvisadas. Las encontramos en las instalaciones de gigantería en la que planchas de zinc o poliespuma se combinan con lona para crear veleros, y esos forman hogares, parques, hombres.
Una alusión a la emigración, a la pobreza y las carencias, pero también a la creatividad del cubano y a la sensación de paz que transmite el mar abierto.
Hay que destacar el trabajo museográfico de Corina Matamoros, curadora del MNBA. Ella se encargó también de la primera expo de Kcho allí en 1992. Matamoros recopiló fotos, testimonios, recortes de prensa y los esparció entre instalaciones y dibujos. Así dialoga cada obra con una explicación indirecta de otros críticos.
Esta ha sido una muestra concurrida. Cabría preguntarse si todos saben cuántos premios cargan esas obras y el esfuerzo de Kcho por conservar esas piezas enormes y frágiles.
“Lo mejor del verano”, por ejemplo, fue un trabajo que Kcho no vendió al Museo Metropolitano de Arte de New York, con la esperanza de exhibirla en suelo cubano, porque nunca se siente en ningún lugar como en casa.
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