En las Nasobuqueñas rostros, mascarillas, abanicos y más
Quienes conocen a Flora Fong saben del lirismo que brota de sus obras. Su extraordinaria carrera artística se ha nutrido además de lo que le sugiere el entorno. Por eso no es de extrañar la llegada de las Nasobuqueñas.
Esta, su más reciente serie pictórica, toma de la triste realidad que se vive hoy uno de los accesorios que la identifica y los trastoca en arte. El nasobuco o mascarilla se transforma gracias a su imaginación en abanico. En el centro, como otras veces, la mujer.

Llegan así, hasta el momento, seis Nasobuqueñas. Obras en las que los rostros femeninos, al estilo de la Gitana Tropical, son cubiertos ahora por abanicos. El accesorio a su vez, luce los más tropicales paisajes.
Rasgos latinos, el tradicional uso del abanico, paisajes coloridos, guiños a la obra de Víctor Manuel y más hacen que las Nasobuqueñas rebosen cubanía. Pero estas mujeres están ancladas a su entorno. La preocupación por la enfermedad y los rigores cotidianos enlutecen sus miradas.
Así ha declarado la artista: “Pretendo que los cuadros queden como un testimonio de esta época, igual que sucedió en épocas anteriores con la guerra o grandes epidemias. De muchas maneras siempre se ha reflejado el drama social mediante el arte y no podemos pasar por alto este momento.”
Mujeres anónimas llevan en sí todo el color y la fuerza que el estilo de la Fong les impone. Sus Nasobuqueñas, listas para desfilar ante el público que las inspiró, deben formar parte de una próxima exhibición.
Según la creadora, para el mes de mayo se prevé una exposición colectiva. También se habla de una muestra individual con las Nasobuqueñas de protagonistas en el Museo de Artes Decorativas de La Habana.