Nitza Villapol, a 70 años de un programa que marcó época
Por más de cuatro décadas, y sin ser chef, la famosa cocinera Nitza Villapol marcó una época en los hogares de toda Cuba con su quehacer en la radio, la televisión y la literatura.
Cada vez que vuelvo a ver Ratatouille, la película animada de Pixar, y oigo la frase del Chef Gusteau, “cualquiera puede cocinar”, no puedo evitar recordar a Nitza Villapol. Esa cubana que, mucho antes, y por casi cincuenta años, demostró cuánto había en ello de verdad.
Ahondando en su historia
Nacida fuera de esta tierra, en el Nueva York de 1923, de padres emigrados por razones políticas que la devolverían a la isla todavía siendo niña, la cubana Nitza Villapol Andiarena, es y será la más famosa de nuestras cocineras, aunque jamás estudió formalmente ninguna carrera de chef.

Formada como pedagoga y graduada como tal en 1948, fue la afición de Nitza Villapol por recopilar recetas la que le hizo publicar primero su libro Cocina criolla (1954). Luego vería la luz el más famoso de todos: Cocina al Minuto (1958), quizás uno de los títulos más reproducidos y vendidos en la historia de la literatura cubana.

Desde 1951 y por más de cuatro décadas hasta 1997, Cocina al Minuto, el programa de Nitza Villapol que se transmitía al mediodía de los domingos, estuvo entre los de mayor teleaudiencia. El espacio está considerado como uno de los más longevos de la televisión cubana.
Un recetario nacional
A diferencia de la Julia Child norteamericana, el recetario de Nitza Villapol fue tan extenso como auténticamente nacional. En muchos platos de la cocina internacional sustituía los ingredientes por otros que estaban a la mano de cualquier ama de casa.

El pollo a la barbacoa, la natilla criolla, el flan de calabaza, o el pudín sin huevos, acompañan a cada cubana o cubano dondequiera que vivan. Y es casi un sacrilegio no atesorar en la familia algún ejemplar de Cocina al Minuto, muchas veces con hojas desgastadas o manchadas de salsa.
La cocina como un arte que forma parte de la cultura
Junto a su inseparable ayudante Margot, Nitza Villapol estuvo cada domingo en las pantallas de los televisores cubanos, sin importar buenos o malos tiempos o que hubiera o no los ingredientes que necesitaba. Supo además sobreponerse a prejuicios e incomprensiones, ganándose a los más acérrimos detractores a base de trabajo, sencillez y simpatía.

Sin ser chef, Nitza Villapol se codeó con algunos de los más reconocidos de su tiempo. Sin ser propiamente escritora, estuvo y está entre las más leídas de Cuba. Sin ser nutrióloga, introdujo a muchos en la cocina sana. Sin ser artista, fue una estrella de la pantalla chica.
Fue Nitza Villapol quien mejor entendió que, más allá del propio acto de alimentarse, “la cocina es un arte, un arte de cada pueblo, un arte menor que forma parte de nuestra cultura”. Por ello, como mismo están quienes se ganaron un puesto en la historia por enseñarnos a pensar, definir la cubanía, la música autóctona o la poesía nacional, Nitza Villapol pasará a la posteridad por ser quien enseñó a los cubanos a cocinar.