
Licenciada en Periodismo (2020) en la Facultad de Comunicación de…
Es Pablo Milanés. Está ahí, sobre la escena oscura, pero su presencia se advierte, se aplaude.
Pablo Milanés está ahí, sentado sobre sus años, sobre su música, que apaga los rencores. Casi dos minutos de ovación en penumbras, y se encienden los reflectores.
“Vengan todos a mi jardín…”, comenzó él. Ya estamos aquí, en un coro que presagia: “juntos hagamos un solo canto a la felicidad que nos espera”.
Es Pablo. Su voz irrumpe limpia, lleva en sí un caudal de palabras hermosas para decir en días difíciles, días que en su voz se hacen de luz.

En las gradas estamos los que no renunciamos a vivirlo, los que nos dispusimos a dar la buena batalla por ver a Pablo, quién sabe si por última vez.
O por primera, porque en estas gradas también hay jóvenes que solo pueden haberlo escuchado en discos, niños que tal vez solo reconocen alguna canción icónica, pero están escuchando formas de amor que van armando sus almas.
Lo reciben celulares y corazones encendidos. Pablo Milanés no tiene otro público como este, y lo sabe. Cuba no tiene otra voz como la de Pablo, y lo sabe.
Su guitarra, el piano de Miguel Núñez y el cello de Cary Rosa Varona fueron compañía y complicidad absolutas en un viaje de regreso hacia sí mismo.
“Cuando tú no estás me pierdo sin volver, no puedo ser, ya no soy”. De sus Flores del Futuro, esa pieza guarda especial lirismo, y la explicación la supimos en esta noche: es para su esposa, su Nancy, los brazos que lo sostienen.
De qué callada manera, El tiempo, el implacable, el que pasó, Éxodo, Ámame como soy, Ya se va aquella edad, Nostalgias… sus Días de Gloria pasan como una película de la historia de esta nación, compuesta por las vidas que caminan la ciudad.

Pablo es pueblo, quedó claro. Pablo se traduce en la gente, sus sueños, sus derrotas, sus amores y sinsabores, sus ires y venires, sus acuerdos y desacuerdos.
Las vidas que se van a otros lares y las que se quedan están cantadas en las melodías que un coliseo repleto coreó. “¿Dónde están los amigos que tuve ayer?… ¿Dónde están? Un saludo para decir que los he amado y he deseado más de una vez verlos conmigo aquí morir”.
Nos acompañamos las soledades y todos juntos en un mismo espíritu, el de la belleza, el de lo noble, cantamos: Eternamente te amo.
Se le escapa un beso al aire y todos sienten “es para mí”, y lo toman y lo prenden al alma en un para siempre que no lo dejará ir, aun si es ave que no retornará.
Ya ves, Pablo, Cuba sigue pensando en ti. Cuba también te ama eternamente.





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Licenciada en Periodismo (2020) en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Directora de la revista Cartelera. Acreedora del Premio Apunto y el Manolito Carbonell. Amante de la música y la poesía.
Muy bien por Cartelera 👏👏👏👏